Hace un par de meses, más o menos, iba yo un día por la mañana en mi cochecito llegando ya al trabajo cuando en una carretera llena de curvas se me atraveso un gato y aunque frené con todas mis fuerzas para no cargarme al animal y estropear mi cochecito le di un golpe que sonó como si hubiese atropellado a un elefante.
Puse las intermitencias (no aparté el vehículo para no pisotear al lindo gatito que yo suponía cadáver), me bajé sin ponerme el chaleco (si llega a venir tráfico me hubiesen limpiado) y miré a ver como estaría espachurrado el bicho.
Cuando me agaché, un gato blanco horroroso con ojos demoníacos salió escopeteado de debajo del coche y se fue a toda leche por un "campeiro" arriba.
Al momento, de una casa que había justo delante de donde yo paré, salió una vieja en bata de casa (feísima, tanto la vieja como la bata), con calcetines de lana y zapatillas de cuadros totalmente raídas. A continuación os detallo la conversación que tuve con la vieja:
VIEJA: "Neniña, ¿pasouche aljo?
YO: " Non, só que se me cruzou un jato e dinlle un jolpe co coche"
VIEJA: ¿E como era o jato?
YO: Blanco e moi jordo.
Automáticamente y sin darme tiempo a reaccionar la vieja empezó a gritar : "Desjraciada, matácheme o jatico (allí arriba todo acaba en ico en ica y en la madre que lo parió), voute denunciar, fóras amodo carallo!!! (también existe la buena costumbre de terminar las frases con carallo), ahora pájasme o jato!!!!
Salió un viejo que supongo era su marido y preguntó qué pasaba, la vieja seguía mentando a mi madre y mis muertos y hablando del jato que si no entendí mal se llamaba Benito o algo acabado en ito.
Al momento paró un coche detrás del mio y se bajó un compañero para ver que me ocurría, cuando supo que la movida iba de un atropello frustrado y que la vieja quería denunciarme por haberle matado el jatico Benito, le entró tal ataque de risa que me contagió a mi también (esto a las 8 de la mañana con un frio que pelaba). Fue cuando le pregunté si el gato lo tenía registrado y le pedí el DNI del minino para hacer el parte amistoso. A la vieja se la llevó su marido para dentro y yo tuve que secarme las lágrimas de la risa para volver al coche y llegar a trabajar.
Después me quedé pensando que si me hubiese roto un faro o la defensa seguro que no se habría puesto así.
A veces cuando me acuerdo no puedo parar de reirme y cuando paso por delante de la casa de la vieja me dan ganas de parar y mearme en su puerta, pero soy más elegante que todo eso.
Desde entonces odio a los gatos, las viejas locas ya me caían mal.